OFICIOS TRADICIONALES

La esencia del mar en un accesorio

Cristina Leiro aprovechó el impasse de la pandemia para dar rienda suelta a su creatividad con la creación de joyas a través de las conchas y la madera ▶ Su marca Caracoliña busca expandirse y llegar a nuevos públicos
Cristina Leiro, en su bar Novo Batel de Carril, en Vilagarcía, donde tiene su taller de la marca Caracoliña de los Oficios tradicionales. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
photo_camera Cristina Leiro, en su bar Novo Batel de Carril, en Vilagarcía, donde tiene su taller de la marca Caracoliña de los Oficios tradicionales. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
Ficha: Caracoliña
▶ Sector: Taller artesano especializado en creación de joyas con conchas y madera.

▶ Experiencia: Tras llevar 12 años regentando un bar en Carril, Cristina Leiro decidió, durante la pandemia, dar rienda suelta a su pasión por las conchas de mar y empezar a hacer accesorios artesanales con estos materiales.

▶ Materiales: Conchas, maderas, cordeles, resina. 

▶ Productos: Pendientes, collares, llaveros, anillos, espejos, lámparas, sombreros...

▶ Dónde encontrarlos: Los productos de Caracoliña se pueden adquirir o bien en su taller situado en el Bar Novo Batel de Carril, en la tienda de Creativas Galegas en Santiago, o a través de su página web y redes sociales.

▶ Precios: Coste de los elementos a preguntar. El precio de los productos oscila entre los 5 y los 90 euros.

Si hablamos de joyería con conchas, irremediablemente nos vamos a O Grove y a esas mujeres que, a lo largo de los años, han conseguido transformar un recurso natural en auténticas obras de arte. Un caso similar ocurre en la parroquia vilagarciana de Carril, donde Cristina Leiro ha convertido a la concha en su pasión. A diferencia de las collareiras, su marca Caracoliña abarca más allá del mundo de las joyas. Y es que sus elaboraciones van desde accesorios como pendientes o collares, hasta espejos, bandejas, lámparas, pinzas para el cabello o llaveros, ya sea usando las conchas o madera, pero siempre con la temática marina presente. “Fago un pouco de todo coas cunchas, e ademais traballo a madeira, coa que intento facer cousas que non podo co outro material, coma os pulpos ou os cabaliños de mar”.

Su dedicación a este mundo comenzó durante la pandemia. Antes de eso, y desde hace ahora 12 años, regenta en Carril junto a su pareja el bar Novo Batel, muy conocido en el lugar por sus bocadillos. En el propio establecimiento asentó su taller, que hasta día de hoy permite a Cristina dar rienda suelta a su creatividad. 

É un produto tan bonito que tes que facer algo que realmente podas poñelo en ti

Esta pasión surgió a raíz del gusto de su madre por estos productos. “Á miña nai sempre lle gustaba ir á praia e coller cunchas. Sempre practicabas na casa e facías cousas para unha amiga, unha prima...e realmente veu de aí”. A pesar de que su progenitora “non facía nada con elas”, le inculcó el gusto por este producto natural, que “é tan bonito que ao final tes que facer algo que realmente podas poñelo en ti”.

La pandemia, una oportunidad para sacar a relucir la creatividad

En 2020, con el confinamiento de por medio, sacó tiempo para poder centrarse más en este ámbito. “A pandemia foi unha incertidumbre, non sabías por onde tirar, e ao ter dúas nenas pequenas é moi complexo. Pero por sorte todo veu rodado, porque coñecín a dúas mozas moi agradables de Santiago, que forman parte do colectivo no que eu tamén estou, chamado Creativas Galegas”. Se trata de una tienda física, situada en plena zona vieja de Santiago de Compostela, en la que  un grupo de artesanos se turnan para ofrecer tanto sus productos como los de sus compañeros a la venta. “Somos 40 artesáns. Cada un traballa na súa casa ou taller e despois estamos alí nas quendas que nos toca. Entre todos traballamos a tenda, e ao estar situada na zona vella vainos moi ben”.

En este espacio se ofrece una amplia gama de productos creados artesanalmente. A las joyas de conchas o madera creadas por Leiro se le suman otros elementos tales como galletas, cestas o incluso ropa, todo ello creado por artesanos procedentes de toda la geografía gallega.

É todo un orgullo que valoren que o teu traballo vale a pena

Además de pertenecer al colectivo de Creativas Galegas, Caracoliña se enmarca, desde 2021, dentro de Artesanía de Galicia, una iniciativa de la Asociación Galega de Artesáns que funciona como paragüas para las marcas que la conforman y un distintivo de prestigio. “Para min é todo un orgullo que realmente eles valoren que o teu traballo vale a pena”.

El relevo generacional de Caracoliña está garantizado

Su rincón de crear en el Novo Batel está a punto de trasladarse. Y es que ante la complicada situación económica que vive el sector de la hostelería en la actualidad, agravado por la pandemia, el futuro del bar no pasa por sus mejores momentos. Es por ello que la carrilexa pretende mover su taller a su propio hogar. Por el momento este espacio solo lo ocupa ella, si bien desea en un tiempo no muy lejano poder ampliar el personal. Unas claras candidatas claras son sus dos hijas, de 6 y 5 años, que a la vez son el motivo por el que la artesana decide trasladar su oficio a su casa y poder compaginar este con el cuidado de sus pequeñas. “Ao teletraballar tes máis tempo para conciliar e así poder adicarlle o tempo que precises a crear xoias”. El relevo generacional parece estar asegurado en Caracoliña, pues su madre explica que “sempre queren estar comigo facendo collares, aínda que hai veces que non lles deixo, sobre todo cando tes que andar con resina. Van encamiñadas a seguir os meus pasos, gústanlle moito as manualidades e crear, sobre todo á maior, e espero que continúen co legado sempre e cando lles guste o que fagan”.

Para ello, su madre les va enseñando poco a poco el laborioso oficio, que comienza con la recogida de las conchas, todas ellas de la cercana playa de Portugalete, en Carril. Una vez lavadas y tras dejarlas secar, “intento preparalas con resina para que teñan algo máis de resistencia”, explica Leiro, que termina el proceso “furando a cuncha e intento metela o mellor que poido en pendentes, collares...”. Las más utilizadas son las caracolas o las de vieira, “máis que nada as pequeniñas porque realmente non poden pesar moito para despois levalas postas”, y los productos finales más demandados son, “sen dúbida, os pendentes”.

Todas as conchas son especiais, teñen algo único

Para Cristina Leiro toda concha es buena. Y es que da igual el tamaño, forma o desperfectos, “porque todas as conchas son especiais, todas teñen algo. Algunhas máis pequeniñas serven ao mellor para pendentes, outra algo máis grande para collares ou colgantes, incluso algunha que estea rota métoa en resina nunha bandexa ou nun cadro”.

El turismo, punto clave para este sector

En un sector como este, el turismo es clave para la subsistencia de espacios como Caracoliña. Leiro explica que su público principal es el que viene de fuera, ya que “a xente de aquí estamos acostumados e non mercamos este tipo de produtos”. “Non lle damos a importancia que ten. Hai xente de Carril que aínda ven polo bar e dime: ‘¿Todo esto lo haces tú? ¿De donde lo sacas?’. Non lle dan o valor que realmente ten”. Por suerte, la franja de edad no está acotada a un público en concreto, ya que tanto jóvenes como mayores se acercan hasta el taller a adquirir sus productos, o a través de su página web, en la que realiza envíos a nivel nacional, y con la que espera poder expandirse para llegar a más lugares. “De feito, o outro día uns señores duns 50 ou 60 anos levaron un berberecho rabioso para San Francisco, que era precioso. É un público determinado, xente que realmente lle gusta moito o mar”.

El objetivo de la marca Caracoliña es, a partir de este momento, llegar a un público mucho más amplio y cercano, y el de Cristina Leiro, el poder dedicarse en cuerpo y alma a su pasión, la creación de accesorios y elementos decorativos artesanales con el mar como eje vertebral, siempre con la esencia de Carril por bandera.