Maia Kergan: "Allí es hacer lo que se puede con lo que se tiene"

Maia Kergan durante su voluntariado en Uganda. DS
Durante el pasado mes de agosto Maia Kergan pasó tres semanas viviendo en la isla de Zinga, en Uganda, donde ayudaba, de todas las formas posibles, en un colegio de niños de todas las edades

Uganda es el lugar al que la portonovesa, Maia Kergan, decidió ir de voluntaria durante tres semanas del pasado agosto. Esta joven de 23 años viajó hasta África Oriental para dar apoyo en una escuela de Uganda, en la isla de Zinga, un lugar totalmente diferente a los que está acostumbrada a visitar y, es por ello, que tenía ganas de salir de Europa y viajar a un país con una cultura prácticamente distinta. 

¿Por qué decidió viajar a Uganda? ¿Cómo surgió la idea?
Siempre quise ir, desde pequeña. Este año le empecé a dar vueltas a la idea y, resulta que una amiga de una amiga había estado en Uganda, así que le pregunté, me habló del sitio y me pasó el número de la directora de la ONG. Me gustó y dije, 'pues venga'. Fue un poco a lo loco, me dije 'si lo pienso mucho no lo hago'.

Entonces ¿Por qué Uganda?
Yo sabía que quería irme fuera de Europa y elegí Uganda porque como conocía a una chica que había ido y la ONG tenía mucha información, me parecía fiable y me daba confianza. Fue un poco por casualidad, pero yo quería fuera de Europa. 

Y tras llegar allí ¿qué es lo que más le sorprendió del lugar? 
Lo amable y hospitalaria que es la gente. Todo el mundo te habla. Me levantaba por la mañana y todos me preguntaban '¿Qué tal dormiste? ¿Cómo estás?' y me preparaban de todo. Los niños me traían platos con fruta sin necesidad. Después, donde yo estaba, me sorprendió que los niños jugaban todos con todos, porque aquí por ejemplo, a veces los niños no quieren jugar con las niñas o los mayores con los pequeños y, en Uganda, jugaban todos con todos, sin ningún tipo de competitividad. Era un ambiente de comunidad muy bueno, todo el mundo se ayudaba mutuamente. 

¿Qué es lo que realizaba usted allí?
Yo estaba para ayudar en lo que fuera necesario. Di clases de inglés a primaria y también ayudaba con los más pequeños. Al final, había días que había dos profesoras con tres clases de infantil y no daban, se quedaban solos. Yo hacía lo que podía. Además, estaban construyendo una clínica porque se les había quemado hace unos meses. Lo estaban haciendo desde cero, y todo lo que construyen es a mano. Ayudaba a traer piedras con cubos, ida y vuelta, agua del lago, arena, subirlo al segundo piso, bajar, coger... era así todo el día. 

Hay que ir con la mente abierta, con ganas de aprender y disfrutar


¿Qué es lo que te llevas de Uganda? 
Lo primero, que fue una experiencia muy bonita y, lo segundo, poder conocer como se vive en otro sitio: la cultura, la gente, las costumbres. Yo no fui como turista, fui a vivir como una más y, para mí, eso fue muy guay, porque hay muchas diferencias, sobre todo religiosas. Creo que me abrió mucho la mente, porque allí son todos cristianos y yo no. Ahora siento más curiosidad por saber como piensa otra gente sobre cosas distintas. La gente que conocí allí, la directora, su madre y los niños, eran maravillosas. 

¿Cuántos voluntarios fueron a Uganda?
Fui yo sola porque como se les quemó el edificio entero, también se les quemó donde estaba el lugar para dormir, ahora solo cogían a dos voluntarios, pero me tocó ir sola. Sí hubiese estado bien tener a alguien que compartiera la experiencia conmigo, pero igualmente estuve muy bien. 


Después de vivir esta experiencia en Uganda, ¿La repetirías? 
La repetiría sin duda. Volvería a Uganda porque me gustaría saber como va evolucionando todo, porque estaban instalando agua corriente en la isla y quiero volver y ver a la gente que conocí. También iría a otro sitio, la experiencia de voluntaria me encantó. Se lo recomendaría a la gente sin duda, creo que cualquier persona puede ir. Hay que ir con la mente abierta, con ganas de aprender y de disfrutar y listo. 

A nivel paisaje, ¿Qué es lo que más le gustó?
Estuve en una isla que se llama Zinga, pero fui un día a otra y se convirtió en mi isla favorita. Es como una sensación de paz, ellos se centran en otras cosas diferentes a las nuestras. 

¿Algo que le llamase mucho la atención del país?
Me chocó mucho lavarme la cabeza con agua de un cubo y los dientes con agua de beber. Nunca me sentía limpia y eso, los últimos días, me pasó un poco factura, pero al final es lo de menos. Me di cuenta de que tener la ropa limpia, ir bien vestida, no importa. Allí es hacer lo que se puede con lo que se tiene. También me sorprendía mucho ver a los niños jugar con cualquier cosa, cogían un palo y decían 'vamos a hacer una silla' y lo hacían. Eso me da algo de pena, porque aquí tenemos otros recursos que ellos no, pero también me pareció algo guay.