Una casa del siglo XIX reconvertida en Taberna

Las plantas, el cariño que se le pone y el producto de proximidad son algunos de los elementos que hacen mágica a la Taberna Maruca
Rosa junto a compañeros en la fachada de su local. E.B.
photo_camera Rosa junto a compañeros en la fachada de su local. E.B.

Alrededor de un meandro del Rego de Baltar (Portonovo) se encuentra la conocida Taberna Maruca,"una casa restaurada de 1816 en la que no se modificó su estructura" cuenta la dueña, Rosa Maruca. Realmente, en su nombre no se incluye Maruca, pero ya se le conoce así. Decidió llamar de esta forma a su taberna como dedicatoria a su abuela, que falleció en 2011 con 100 años de edad.

Todo empezó hace más o menos 18 años: "Yo tenía otro trabajo y el fin de semana vendíamos el vino que teníamos en excedencia, que hacia mi padre, era como un 'loureiro'". Así, hacían un pincho para que la gente pudiese disfrutar del vino y poco a poco la gente fue pidiéndoles más. "Empecé a compaginar mi trabajo con abrir el pequeño bar todas las tardes y acabé dejando mi empleo" comenta entre risas.

Entorno especial

Su fachada única es muy importante para lo que Maruca quiere crear, un lugar mágico al que miles de turistas se acercan en la época estival. Su entrada llama mucho la atención, pues está repleta de plantas. Rosa se declara enamorada de ellas y, además, cumple con la esencia que quiere transmitir el lugar: "Cuando llegas y ves las plantas te relajas, parece que te vuelves más feliz". 

En el interior de la taberna también destaca mucho su decoración: "Esto fue creciendo poco a poco", comenta su regenta. Muchas de las cosas que se pueden ver ya se encontraban en el lugar, pues era una antigua cuadra. "Luego, algunos vecinos vienen a traer cosas. Esto parece un museo". 

Rosa tiene muy clara cuál es la magia que hace que este lugar sea único: "Lo que la hace especial es el entorno, la casa, las plantas, el cariño que se le pone y sobre todo el producto de proximidad".