Setenta y todos de Mali: "No tengo familia; la guerra es brutal"

Sanxenxo recibió este martes a un gran grupo de jóvenes migrantes que llegaron a Canarias hace meses y cuentan con perspectivas laborales

 Parte del grupo de migrantes, este martes, a su llegada al hotel de Areas en el que permanecerán hospedados al menos durante dos meses. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
photo_camera Parte del grupo de migrantes, este martes, a su llegada al hotel de Areas en el que permanecerán hospedados al menos durante dos meses. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

La de Quemosemo Bate es tan solo una de las 70 historias que ahora mismo guardan las paredes de del Hotel Baixamar de Areas (Sanxenxo), donde desde este martes por la tarde se aloja un gran grupo de jóvenes migrantes. Todos proceden de Mali y tienen entre 18 y 30 años.

Visiblemente agotados y todavía cautelosos al hablar sobre sus vidas pasadas, traen recuerdos de una infancia marcada por la guerra y de un duro viaje a lo largo de los años, que comenzó mucho antes de coger la embarcación con la que cruzaron el mar arriesgando sus vidas una vez más, para llegar a Canarias. Rodeados de personas, pero completamente solos.

Quemosemo no recuerda qué edad tenía exactamente cuando se fue de Mali a Mauritania "con unos amigos más mayores". Tan solo sabe que "era un niño" y que en Mali ya no podía quedarse. "No tengo familia en Mali, ni padres ni hermanos. Por la guerra. La guerra es brutal".

Primer día en Sanxenxo de los 70 migrantes. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
Primer día en Sanxenxo de los 70 migrantes. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

Acierta a decir esto en español que, desde hace unos meses se ha convertido en su otra lengua, que espera "aprender bien" pronto. La primera es el bambara, no sabe hablar francés, ni tampoco es capaz de recordar cuanto tiempo hace que llegó a Canarias, pero sí los cuatro días de travesía desde Mauritania en un barco lleno de "chicos, mujeres y niños" y la hora exacta a la que supo que había sobrevivido: "A las nueve de la noche vi España y a las once llegamos a la playa", dice.

Ahora tiene 18 años y ya tuvo que trabajar de agricultor. Pero su sueño, asegura, es "poder estudiar y aprender idiomas. En Mali no hay estudiantes, solo guerra".

"Decidí venir para ayudar a mi familia"

A Lassana, de 23 años, sí que le gustaría trabajar en el campo. Cuenta ya dos años desde que salió de Mali, donde trabajaba la tierra con su familia, a la que, asegura en francés, "echa mucho de menos".

Sissoko Ceydou o Marueh, que tiene 19 años y escribe él mismo su nombre en la libreta de quien le entrevista para este periódico, tampoco pueden olvidar a sus familias. Allí, en Tumbuctú, dejó este último a su madre y a sus cuatro hermanos pequeños. "Decidí venir para ayudar a mi familia, para dejar la guerra y ganar dinero", afirma, cuidándose de hablar demasiado.

Sí menciona la embarcación en la que consiguió llegar a las islas Canarias. No sabe cuantos días viajó, pero recuerda mucho mejor a la "mujer de Cruz Roja" que le "ayudó a aprender español en Tenerife". Ahora solo quiere seguir su camino y "trabajar como mecánico".

                      En las imágenes superiores, Quemosemo, Lassana, Sissoko, Marueh y otros jóvenes ayer por la tarde, durante su primer día en Sanxenxo, .
Llegada de los jóvenes a Sanxenxo. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

Un operativo distinto

El grupo de 70 jóvenes llega a Sanxenxo poco más de 10 meses después de la última acción solidaria con el primer grupo de 54 que se alojó en el Hotel Baixamar a principios de noviembre de 2023. Si bien inicialmente estaba previsto que esta vez el operativo se realizase de forma gradual, en dos grupos de unas 35 personas que irían llegando en días diferentes, un cambio organizativo de última hora hizo posible que el grupo destinado al municipio llegara este martes al completo.

Lo hizo en dos autobuses que, diez minutos antes de las 19.00 horas de la tarde estacionaban frente al ya conocido hotel por su participación reiterada en la iniciativa, donde les recibieron varios miembros de la ONG Accem Galicia, así como los profesionales del establecimiento, que a primera hora de la tarde aligeraban los preparativos para alojar a los jóvenes en las mejores condiciones posibles, en la que fue una jornada tranquila en el entorno del establecimiento, en esta ocasión mucho más poblado por el turismo que el pasado mes de noviembre.

La acción, que se lleva a cabo para descongestionar una vez más la situación de emergencia humanitaria en Canarias tras el alto volumen de llegadas el pasado mes de agosto, consiste esta vez en derivar personas que ya tienen formalizada la petición de asilo a puntos como Sanxenxo, para aliviar las plazas en los Centros de Acogida de Emergencia y derivación (CAED) donde, en Madrid, permaneció los últimos meses el grupo que acaba de llegar a Sanxenxo y que lleva ya en territorio español una media de seis meses.

De este modo, se prevé que todos puedan obtener el NIE y formar parte del mercado laboral, en el que muchos ya tienen experiencia. Con la protección internacional y la autorización de trabajo ya tramitada, se espera que permanezcan unos dos meses en el alojamiento y que vayan incorporándose a la actividad laboral progresivamente en el área.

                      En las imágenes superiores, Quemosemo, Lassana, Sissoko, Marueh y otros jóvenes ayer por la tarde, durante su primer día en Sanxenxo, .
Cuatro de los migrantes poco después de llegar a Sanxenxo. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

Jorge González: "Volvimos a hacernos cargo del hotel por ellos"

Volver a asumir la gestión del Hotel Baixamar no estaba este año entre los planes de Jorge González, el hostelero que el año pasado recibió con los brazos abiertos a los migrantes. Tal y como él mismo explica, a pesar de que en esta ocasión ya estaba apartado del negocio, la petición de alojamiento para el nuevo grupo le hizo volver a asumir sus riendas temporalmente y abrirlo para ellos. "Nos llevamos una alegría enorme. El año pasado nos llamaban papá y mamá a mi pareja y a mí. Lo hicimos por ellos".

El responsable del Hotel Baixamar, Jorge González, con algunos de los migrantes llegados este martes. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
El responsable del Hotel Baixamar, Jorge González, con algunos de los migrantes llegados este martes. JOSÉ LUIZ OUBIÑA